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La importancia de la filosofía

 

Notas para despertar el interés en el estudiante

 Miguel Ángel González Iturbe

Entre las cosas humanas yace una que nos distingue a los humanos de entre todos los seres sensitivos y que puede llamarse razón o inteligencia. Llámase inteligencia a la facultad por la que se capta la realidad, es decir, por la que se conocen los aspectos inteligibles de las cosas. Llámase razón a la misma facultad pero en un empleo distinto, cuando por medio de ésta se  puede ir de un conocimiento a otro de manera ordenada y metódicamente con el fin de conocer algo nuevo. Es debido a que los hombres y mujeres poseemos inteligencia y razón por lo que ha podido existir la religión, la ciencia y el arte. En efecto, si la religión, la ciencia y el arte no requirieran de inteligencia, entonces serían productos no sólo de la actividad humana, sino también de la actividad de otros animales, pero ningún otro ser en el mundo, sino exclusivamente el humano, produce ciencia, arte y religión; por consiguiente, la ciencia, el arte y la religión tienen por condición la inteligencia y la razón.

    El arte es la aplicación técnica mediante la razón por la que, aprovechando los sentimientos, el ser inteligente expresa la belleza haciendo, mediante distintas formas, algo digno de contemplación y capaz de excitar los sentidos para producir un sentimiento específico. La religión es el producto cultural por el cual el ser inteligente, reconociendo sus limitaciones existenciales y cognitivas, trata de establecer una relación con causas desconocidas que cree que influyen en su mundo y de las cuales depende su vida. La ciencia es la construcción de un sistema de ideas por las cuales el ser inteligente explica una parte de la realidad a partir del conocimiento de sus causas, o, en otras palabras, es el conocimiento de la realidad por medio de sus causas enunciado estructurálmente en proposiciones.

      Es por medio de la ciencia que los humanos llegamos a conocer qué son las cosas y por qué son de tal manera y cómo funcionan. Ciertos conocimientos permiten un cierto control y dominio sobre los fenómenos de la naturaleza cuando pueden ser aplicados mediante una técnica. Es así como los humanos podemos elaborar una multitud de productos artificiales que nos ayudan a tener una mejor vida, más cómoda y segura. Hay otro tipo de conocimientos cuya aplicación no puede ayudarnos a dominar y controlar los fenómenos pero que sí puede ayudarnos a entender por qué las cosas son como son y cómo deben ser. Conocimientos de este tipo, cuando los poseemos y actuamos en consecuencia, nos perfeccionan. La filosofía trata de este tipo de conocimientos

      Si atendemos la definición nominal de la filosofía como 'amor a la sabiduría' podremos darnos cuenta de que el filósofo debe poseer un apetito, el amor, y un objeto de su apetito, la sabiduría. ¿Qué es el amor y qué es la sabiduría? El amor es el movimiento de la voluntad atraído por un bien al cual se desea poseer. La sabiduría es el conocimiento de las cosas por sus principios. Por consiguiente, el filósofo es aquél cuya voluntad se mueve hacia el conocimiento de los principios de las cosas y se esfuerza por conocerlos. Ahora bien, ¿cuáles son estos principios? Eso es algo que no podremos responder por el momento, y quien desee conocerlos deberá entonces estudiar filosofía y filosofar. Mas de momento podemos dar una idea sobre los principios. Llamamos principio a aquello del cual una cosa procede o depende, de cualquier manera que fuere. Por consiguiente, la filosofía es la ciencia que estudia, y lo estudia porque lo ama, es decir, porque desea poseer el conocimiento sobre eso, aquello de donde proceden o de lo que dependen todas las cosas en todos sus aspectos en última instancia. Como ciencia, la filosofía no sólo estudia dichos principios, sino que además ha de dar la teoría de cuales son dichos principios y por qué dice que son esos los principios. La filosofía, pues, está obligada, como toda ciencia, a demostrar por qué dice lo que dice, es decir, por un lado, debe proveer de una teoría acerca de los principios de la realidad y, por otro lado, debe decir por qué esa teoría es correcta.

    Ahora bien, que el humano desee conocer cuáles son los principios de la realidad ha deberse a algo. Hemos establecido que el humano es un ser inteligente y que la inteligencia es una facultad; pues bien, así como toda facultad es facultad de algo, así mismo la inteligencia. ¿Cuál es el objeto de la inteligencia? Su objeto es el conocimiento, entendido en sentido estricto, es decir, como operación vital inmanente que hace presente un objeto a la inteligencia. Si reflexionamos sobre lo dicho por Aristóteles al inicio de su Metafísica de que todo hombre desea por naturaleza conocer, podemos ver enunciada una importante verdad, pues si los humanos somos seres inteligentes por naturaleza, luego también por naturaleza deseamos conocer, es decir, buscamos el objeto de nuestra inteligencia, el conocimiento.

      Tenemos, pues, ya suficientes elementos para dibujar las razones de la importancia de la filosofía. Si los humanos deseamos poseer ciertos conocimientos, es innegable que necesitamos filosofía, porque no se conoce una cosa sino a través de sus principios, es decir, a través de las razones que lo explican. Ahora bien, si los principios por los que se explica una cosa no son los principios primeros de todo aspecto de la realidad de esa cosa, sino principios de sólo un aspecto de su realidad, dicha explicación es sólo parcial. Si, por ejemplo, me pregunto por qué estoy vivo y me respondo que vivo porque mis padres me concibieron (principios de mi vida), entonces explico sólo parcialmente por qué estoy vivo, mas si quiero explicar por qué estoy vivo de una manera completa o más profunda, deberé responder primero por qué hay vida para empezar (principios primeros de la vida).

        Pues bien, por la dificultad de responder a ciertas preguntas de manera adecuada, las cuales requieren el conocimiento de principios primeros, es por lo que la ciencia empírica es insuficiente y se hace necesaria la filosofía. Esto porque toda investigación requiere un método adecuado para descubrir los secretos de su objeto de estudio y los métodos de las ciencias empíricas como la física, la biología, las matemáticas, la química, etc., no son métodos adecuados para estudiar aquello que no tienen por objeto de estudio. En efecto, la música no tiene un método apropiado para estudiar la combustión y esto es bastante lógico, porque no tiene por objeto estudiar eso, sino estudiar la melodía, armonía y ritmo de los sonidos. De manera análoga, ninguna ciencia empírica tiene por objeto estudiar los primeros principios de la realidad y, por ello, no tienen un método adecuado para esto. Pero que la ciencia empírica no pueda estudiar esto ni le interese estudiarlo no significa que otra disciplina no pueda hacerlo.

      Tenemos, según lo dicho, que la importancia de la filosofía radica en que, por ella, y sólo por ella, desde la vía científica, pueden ser conocidos los principios primeros de la realidad.  Por ello la filosofía es más necesaria para aquéllos que desean conocer con mayor profundidad y buscan respuestas más satisfactorias a sus preguntas, sobre todo si son preguntas que, aunque legítimas, ninguna otra ciencia busca responder, tales como ¿por qué existimos? ¿para qué existimos? ¿cómo debemos vivir? ¿qué nos cabe esperar?, todas ellas preguntas válidas que casi todo humano se plantea.

    Pero, además, la importancia de la filosofía radica en otra cuestión. Una persona es más perfecta en tanto que usa mejor de sus facultades y las emplea para lo que fueron hechas, pero no podemos saber cuándo algo es adecuado y bien empleado sino fijando ciertas normas y criterios, y no podemos justificar la validez de esas normas y criterios sino filosofando, es decir, pensando acerca de los principios primeros de la realidad y del pensamiento. Así también, quien filosofa se perfecciona, porque aprende a usar de sus facultades intelectual y racional de una mejor manera y porque haciendo eso puede dirigir mejor su voluntad, para vivir según se debe. La mayor importancia de la filosofía radica en que su ejercicio perfecciona la inteligencia y la razón de quien la estudia y como la inteligencia y la razón son los instrumentos más preciosos que poseen los humanos, el estudio de la filosofía termina por servir en todas las actividades de nuestra vida que requieren del uso y aplicación de nuestra inteligencia y nuestra razón, sobre todo cuando obramos para lograr ciertos fines, cuya consecución sólo una razón recta y bien formada nos puede señalar los medios adecuados y la legitimidad de los fines, cuando por el análisis reconoce la naturaleza de las cosas y evalúa el grado de eficacia y la bondad de los fines.

Diseño y contenido: Miguel Angel González Iturbe

 

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